
Santiago Paredes Cisneros
Edición: 2009 03
Barbacoas, fundada en una de las aperturas de frontera del siglo XVII en territorio de la Gobernación de Popayán, llega a convertirse en el siglo XVIII en una rica ciudad comercial y minera, por la abundancia del oro en su jurisdicción. Después de las conmociones de la Independencia, se consolida como el centro económico y administrativo de una región de Gran Cauca y, desde 1850, es notoria una prosperidad en la ciudad, respaldada por el oro extraído por mineros locales y extranjeros.
A partir de entonces, se constituye un proyecto civilizador, evidente en las mejoras materiales impulsadas por el municipio y en la presencia de sociedades cívicas privadas. Durante las décadas de 1880 y 1890, se establecen normas de higienización; se preserva y amplía el alumbrado público; existe personal médico calificado; abundan las escuelas públicas; se promueve la construcción y reparación de edificios, calles e infraestructura en general.
La institución del Departamento de Nariño en 1904, los privilegios que reclama Pasto como capital y el florecimiento de Ipiales y Tumaco implican la rivalidad entre estas ciudades y Barbacoas. De tal manera, se abre paso a una pugna por las vías y por el proyecto del ferrocarril. Después de 1910, la ciudad se enfrenta al éxodo de sus principales habitantes y al aislamiento y, en la década de 1930, a la desaparición de la navegación a vapor y al saqueo del oro, que es definitivamente monopolizado por la minería extranjera.
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